¿Por qué los niños muestran tan poco interés por la cultura de recreación infantil de antaño en nuestro país?
Yo recuerdo que la mayoría de las personas de mi generación infantil y más los de generaciones anteriores, tuvimos la oportunidad de jugar con juguetes hechos en nuestro país, o que, a pesar de no ser hechos en nuestro país, afortunadamente carecían de articulaciones, elementos eléctricos, y sustancias tóxicas que permitieran el detrimento de nuestra salud. Algunos de estos juguetes eran, de acuerdo a lo que mis remembranzas me permiten: yo – yos, trompos, canicas, boxeadores hechos con madera, el resorte o las muñecas en el caso de las niñas, “monos” en forma de luchadores, soldados, vaqueros o simplemente de acción, hechos de plástico, cierto, pero que no afectaban tanto nuestro estado físico o mental. Nuestra capacidad mental se desarrollaba más con los llamados “juegos de mesa”, que incluían desde la lotería hasta juegos un poco más sofisticados que consistían en adivinar palabras, simular compra y venta de países o propiedades y algunos otros más. También teníamos la libertad de salir a la calle y jugar con lodo, en charcos de agua, al famoso “capirucho”, o simplemente imaginábamos ser grandes jugadores de futbol, basquetbol, voleibol, o de cualquier deporte, no importaba si los días fueran soleados, nublados o lluviosos. Algunos más, como en mi caso, gozamos de actividades culturales que nos hicieron conocer la música, la literatura, etc. La televisión también jugó un papel algo importante en nuestra infancia, ya que esta contenía programas que podían hacernos imaginar con aventuras algo inverosímiles, pero que no nos llenaban los ojos de tanta violencia.
¿Por qué los niños de esta generación no prestan tanto interés a estos elementos recreativos? ¿Carecen de cierta capacidad de asombro? Respondiendo a la segunda pregunta, creo que la capacidad de asombro, dado el tiempo en el que vivimos, los adultos somos los únicos que carecemos de esta, los niños son los que la conservan, pero creo yo que estos, inconscientemente se la autolimitan. Expreso que es inconscientemente porque ellos no son los verdaderos culpables. Los verdaderos culpables son las empresas multinacionales que “gracias a la ayuda” de los distintos medios tecnológicos y de comunicación, saturan y enajenan a los niños con imágenes que promueven muñecos demasiado articulados, consolas de videojuegos que han llegado han llegado a suplantar su vida humana con vidas virtuales prediseñadas, y violencia en todos los ámbitos sociales, incluso en las mismas caricaturas. En esta parte es donde, entra la “degradación del medio ambiente”, ya que, si tomamos en cuenta que somos parte del medio ambiente o la naturaleza, es decir, toda la especie humana, el rubro infantil sufre una degradación en cuanto que atrofian sus mentes y su imaginación, y los limitan a mantenerse dentro de sus casas, sin la aparente necesidad de explorar el mundo. Aunado a esto, como ya es bien sabido por casi todo el mundo, las multinacionales, trasladan sus empresas a lugares insospechados, en los cuales nunca hacen un estudio de campo previo, para saber si pueden establecerse ahí de manera satisfactoria, de acuerdo a las condiciones ambientales, como ha pasado en nuestro país.
El monopolio radical, por obvias razones, afecta también para que los niños olviden la cultura de recreación de antaño, pues individuos de naciones poderosas, en complicidad con la hegemonía de poder reinante en nuestro país, imponen las reglas de vida que llevan en sus territorios y esto afecta porque hasta la forma de recreación cambia, segregando de manera radical a los productores de recreación cultural en nuestra nación y dejándolos sin una forma propia de sustentación vital, que, de manera análoga, da una visión casi nula de lo que es la recreación cultural en los niños.
Vivimos en un mundo tan acelerado, que nuestra rutina diaria la hacemos casi de manera mecánica, casi programada o sobreprogramada, pero ¿esto que tiene que ver con los niños? Tiene mucho que ver, ya que estamos tan acostumbrados a vivir así, como lo dicta la tan mentada “globalización”, que a ellos también se les acostumbra a andar así por la vida, ya que ellos también programan sus actividades como escuela y horas de recreación, pero casi siempre las horas de recreación parte de los monitores y la tecnología y esto los cansa demasiado.
La polarización y el monopolio radical van de la mano, ya que la polarización consiste en el acaparamiento de todas las derramas económicas y de producción en algún país, como en el nuestro, por parte de unos cuantos. Esto afecta a la poca visión de la recreación cultural de antaño que tienen los niños en sentido de que, los que ostentan la economía y la producción sólo promueven productos que les redituaran una remuneración bastante provechosa en lo monetario y enajenan a los niños con artículos que se alejan de la interacción, por ejemplo, de estos con la propia naturaleza, en el mayor de los casos.
La consecuencia que se transmite a las personas gracias a los elementos anteriores es la obsolescencia planificada, que no es más que el hartazgo que experimentan las personas al adquirir productos o artículos y el cansarse de ellos, no tanto porque no gusten de ellos o no les agraden, simplemente porque la innovación esta al orden del día, y creen que renovar es mejor que quedarte estancado con artículos aparentemente obsoletos. Esta consecuencia también se da en los pequeños de nuestro país, como con los pequeños de todo el mundo, ya que la recreación también se innova gracias a la tecnología, y como los niños son muy inocentes e inestables, el ver objetos de mayor sofisticación hace que su lamentablemente poca capacidad de asombro se altere y desee aquel objeto tan aparentemente lindo.
Como conclusión personal creo que el umbral critico se centra cuando la mentalidad ingenua, imaginativa e inocente de los pequeños se altera y desestabiliza con nuevas formas de recreación muchas veces desechables y poco aprovechables, ya que, retractándome un poco de lo que critico anteriormente, creo que la globalización no es tan mala, sino que es injusta, da mucho a todos, incluyendo a los niños, pero en ese aparente dar a manos llenas también quita algo a cada habitante del planeta, sea del país que sea, y a los niños en especifico, los hace más sedentarios y menos creativos, porque en sus productos ya traen casi todo incluido.